Puerto Williams
En el cimiento de los faros
envueltas en harapos permanecen las obsesiones
de quienes ya no son de este mundo.
Porque es terrible la noche y alguien ha de salvarse
se encienden las bujías
y abandonan sus cajetillas los cínifes marinos.
En las escolleras se amontonan las redes
un silencio que nadie ha visto en los museos modernos:
grandes orificios de los que brota la noche.
Los que aún no partieron vienen a escoger su lugar
dios te salve entre los navegantes muertos.
Los que buscan un amor nocturno
encuentran agua oscura
nada parecido a los bañistas
la sal en esmoquin no cabe duda
bajo los caparazones secos.
Y nadie sabe si es desde las carabelas
atestadas de pobre gente
de donde llegan gritos
hasta los transportes públicos.
Nadie lo sabe, ni lo saben lo faros
ni la propia noche al hablar con ella misma
comprende las murmuraciones.