En este jardín burgués

En este jardín burgués donde es la soledad nueva salud del hombre,

el anhelo impuro que bajo la tumba finge un firmamento efímero.

Aquí donde el prudente existe como una espiga aislada

y anuncia en la campana sus lágrimas el ángel,

aquí junto al molino donde la mujer y el sátiro

intuyen su materia armónica y maligna.

Aquí la gravedad del ávido y el júbilo del dueño

son un mecanismo vano ante el petirrojo exacto

y ataúd de un águila el desusado cielo de los fuertes.

Tú sabes que no te pertenece la brevedad de esa visión,

vuelves la cabeza, un innoble zumbido ha invadido las rosas,

como fiebre violenta hablan las piedras el idioma del número.

Tú conoces el desierto de rocas que incendia la saliva,

el meteoro que ensueña con su insumiso azar los besos.

Has visto la cuchara de acero que sostiene el cirujano ante el cráneo de la geometría,

la belleza arruinada en las inteligentes mansiones.

Bebes como el débil, esperas esa sed como el campesino el grano,

la abolición del dios del sacrificio, la abolición del luto de la Historia.

Nada puede el hombre contra su farsa inútil,

nada la ilusión y su maleza, nada el estupor del cielo,

nada la multitud que vive en las movedizas playas del sacrificio humano,

la generación del mar, los descendientes de un animal sagrado,

nada un día de armisticio al que sigue otro día de batalla,

nada el superviviente que entra en el olvido como una antorcha que se apaga,

nada el horadado que es órgano de paja donde concluye el viento.

<< Regresar